poemas

Toromonas

Yo no sé, pero hay algo que me dice: ve a la selva, defiende a los Toromonas.

¿Será mi estúpida creencia en la Declaración de 1789 de los hombres del Occidente en la libertad, la fraternidad y la igualdad?

¿O qué será?

¿Será mi conciencia crítica en todo lo que devino la razón vuelta monstruo, como alboró el artista Goya?

¿Será que no se puede tener razón y ser monstruo a la vez?

¿Será?

¿Qué será?

¿Será Kusch?

¿Qué será?

Yo no sé, pero hay algo que me incita, me subleva y me alienta.

¿Serán los Toromonas?

Yo no sé, pero me lagrimean mis huecos cada vez que pienso en ellos, arrinconados en los montes.

Y los pienso siempre, a cada rato.

Siento a cada momento cómo será sentirse huérfano de todas las declaraciones de principios de los hombres, del Occidente digo, en definitiva: aquellos que existen para declararse universalmente, y ellos, los Toromonas, seguir siendo lo que deban ser, a pesar de todo…

¿Qué serán, digo, los Toromonas?

¿Serán los monstruos o las víctimas de la razón?

¿Serán ilusión o esperanza o qué?

Mi amigo Wasinger me escribe desde Buenos Aires y hace que no me olvide

que los Toromonas vibran y chorrean por los archivos

que los Toromonas eran un pueblo, y acaso un estado

porque habían desechado al estado, según informan

los abogados de la historia, quiero decir los antropólogos

¿Serán los Toromonas?

Yo no sé, pero los leo en la “guerra cruel” y la Relación Verdadera de 1569 de Álvarez Maldonado

y están vivos, más vivos que nunca, enfrentando a los invasores

como si Tarano fuera un Che anacrónico, pero Guevara al fin

como en el libro de la Iparraguirre sobre los yámanas, y su aberrante epílogo

¿Serán iguales que ellos, digo yo, los Toromonas?

¿Serán, digo yo, los condenados de la historia?

Yo no sé, pero no ceden, persisten, arrecian en las selvas y por las quebradas

donde subieron los quechuas a buscar oro, quina, caucho, destino

por los ríos que pueden llamarse Mosojhuaico o Pukamayu

por los ríos profundos que sólo pueden nombrarse en quechua

para nosotros

¿Serán, digo yo, mitmaquna los Toromonas?

Yo no sé, pero ¿qué carajo me importa,

qué carajos nos importa lo que digan los otros

los que dicen, los que proclaman las declaraciones humanas de derechos

que nadie respeta?

Yo se que fui por los lados donde Lars se perdió y vagó, alma pura, hasta el infinito, la madre de todas las selvas.

Yo se que por esos lados, donde nadie va,

por los lados de San Fermín, el Tambopata de Guamán Poma arriba,

el arroyo Herida, las nacientes del Sonene de los Ese Ejas

la gente te habla de una sola cosa.

Te habla de los Toromonas.

Yo no sé, pero hay algo que me grita: ¡ve a la selva, defiende a los Toromonas!

Pablo Cingolani

Río Abajo, 7 de agosto de 2010

Deja un comentario